jueves, 25 de febrero de 2010

El corrillo de Bellatrix

 Las más pequeñas pero las más liantes, e influenciables. Hacían todo lo que hacía Bellatrix,y la emulaban en todo.
 También estaba Jane, una niña menos influenciable, era la más madura del grupo.Eso sí, eso tampoco la libraba del hechizo.
  Loretta, Caroline e Samantha eran las mayores, eran más o menos de la edad de Hilary(en realidad tenían casi doce años)

¿Quién será?

-¿A qué esperas? Ven aquí.
 Katherine no sabía dónde se encontraba,pero no le importaba. Sólo veía que estaba encerrada en un valle oculto, dónde la brisa le azotaba el rostro de una forma bastante extraña, atrayéndola hacia delante.
 Una figura a lo lejos la esperaba, llamándola. Ella  quería ir, y de hecho estaba llendo. Sus pasos resonaba,caminaba con ansia, deseando con todas sus fuerzas llegar hasta allí, ver quién la llamaba,llenar su ansiedad.
 Su soledad.
 ¿Quién demonios sería?Creía saberlo, y sin embargo no lo recordaba. Cada paso la acercaba más a la verdad, ha aquello que con tanta desesperación deseaba saber. Aquello no la llenaba de paz, pero sí de alegría.
 Entonces,justo cuando estaba a punto de dar con ella, de verla por primera voz el viento se enfurecía, y en unos pocos segundos hacía que el cielo fuese oscureciendo, poco a poco pero con rapidez.
-No...¡por favor!
 Perola oscuridad era inexorable. Lo curioso era que la oscuridad no engullía lo que había a su alrededor, aquellos elementos a su alrededor,la figura que la esperabacon inusitada impaciencia.
 La oscuridad la engullía a ella.
 Entonces se despertó.Otra vez el mismo sueño,el mismísimo condenado sueño, aquella aterradora pesadilla. No recordaba haberlo soñado nunca antes,pero aún sin saber por qué,tenía una

martes, 15 de diciembre de 2009

Una lección cruelmente aprendida

Hace poco aprendí una lección muy valiosa, algo que seguramente me ayudará mucho en esta vida y en el transcurso a la siguiente.

Que sólo somos mortales, por muy poderosos que lleguemos a ser en esta vida. Que no podemos cruzar aquellos límites que separan nuestro mundo del siguiente.

Y no refiero ni al cielo ni al infierno.

Lo he aprendido de una forma dolorosa, terrible y humillante, pero llegada a tiempo. Es una triste lección, ya que los buenos acabamos cayendo por ese mismo motivo. Las consecuencias de cruzar aquellos límites son horribles, espantosos. Algo que una no se puede ni imaginar.

Pero claro, cuando posees un poder casi infinito sabes que puedes hacer cualquier cosa.

Sientes en ti la euforia, aquella gloria y la euforia emanan de ti por todas partes y quieres. Y cuando sabes lo que tienes a tu alcance.

Pero con eso hay que tener mucho cuidado, ya que el poder conlleva una enorme responsabilidad.

Desde aquella noche recuerdo a menudo las palabras de Samantha:

-Por muy poderosa que llegues a ser siempre serás una pequeña y frágil humana, una insignificante mortal….

Una lección aprendida de una forma brutal.

Todo empezó anoche, cuando acababa de terminar m informe y lo estaba guardando todo en loa bosa para bajar a cenar. Pero me estaba comiendo una chuchería mientras tanto, y canturreaba. Es una cruel ironía que aquella noche estuviese tan distraída con mi canción nueva. Justamente aquella noche.

Y escuché que alguien llamaba a la puerta. Eran Julian y Dick.

-Pasad-les dije.

Entraron enseguida. Allí estaban, erguidos, fuertes, y mirándome con una extraña tristeza. Ambos se acercaron a mí y se pusieron cada uno a mi lado.

-Esto… ¿qué es lo que queréis?

-¿Es que acaso o podemos pasar el rato con nuestra prima? Tenemos ganas de charlar un rato contigo.-dijo Julian

-Oh vale pero cuidado ni se vaya a creer la gente nada raro.

-¿Y eso por qué iba a pasar?

-Porque hay un pazguato en la puerta-dije con una gran sonrisa

Brad estaba ahí en la puerta plantado como un bloque griego y parecía firme como uno de los soldados de Hitler. Nos miraba con una expresión preocupada y se le leía en la cara que quería avisarme de algo pero que algo le detenía. Aquello me puso nerviosa, muy pero que muy nerviosa, así que decidí que lo mejor sería portarme bien y ser amable, para tratar de averiguar cuál era el problema, pues la mirada de Brad me había puesto sobre aviso. Me senté en el borde de la cama y les invité a que se sentara. Cuando lo hicieron les ofrecí algo de mi chuchería.

-¿Qué es?

-Ni yo misma lo sé. El de la tienda me dije que era una chuchería muy popular en Noruega. Y la verdad es que parece muy popular por los alrededores, por la gente que había...

-Desde luego no me extraña-dijo Dick, siempre tan goloso-esto está de muerte.

-Sí, tiene un sabor muy extraño pero es magnífico.

-Sabía que os gustaría.

-Tú lo sabes todo, Katherine.

-¡Bah! Es que yo soy adivina-dije riéndome.

-No, si ya lo veo.

-Después de esto no vamos a querer cenar.

Julian le fulminó con la mirada, ¡como si no fueran a cenar aquella noche! No pude evitarlo y le miré ceñuda y mi primo se dio cuenta enseguida cambiando la cara y añadiendo rápidamente:

-Tú siempre pensando en comer.

¡Y NUNCA MEJOR DICHO!

Pasamos una hora charloteando sobre cosas banales y cotidianas y comentando la última aventura y luego dijo Julian:

-Vamos un momento al baño a coger una cosa.

-Vale, yo me iré ya abajo a cenar.

-No, tú espéranos aquí.

-¿Por qué?

-Tú hazlo.

-No, quiero que me digas por qué-yo nunca hago nada porque sí.

-Por favor, hazlo, tenemos que enseñarte algo.

-Vaaale rezongué tumbándome en la cama.

Él y Dick se fueron al baño y yo me aburrí, así que me aburrí y me dirigí hacia puerta, donde aquel dichoso vampiro seguía de pie.

No me dejó pasar.

-Lo siento Katherine, pero te tienes que quedar aquí

Vale, aquello ya me parecía muy raro.

-Brad, me estás asustando, ¡déjame salir!

-Lo siento pero no.

-¡Pero que pasa aquí Brad!

El vampiro se negó a decirme nada y nos pasamos un buen rato discutiendo. Intenté salir pero él me cogió y me echó para atrás. A medida que pasaba el rato su expresión iba volviéndose más y más culpable, hasta que no pudo más y explotó:

-¡Van a venir los del diyonais giht!

Al punto palidecí.

-¿Qué?

-Que van a venir, dentro de diez minutos a buscarte.

-¿Para qué

-¿Y tú qué crees? Para que pagues aquella maldita deuda que dicen que tienes con ellos.

Entonces… ¿estáis intentando esconderme de ellos?

-No exactamente. Sabemos que se irán si…-nervioso, se interrumpió.

-¿Si qué, Brad?

-Si alguien se adelanta con el castigo.

-¿Julian y Dick? ¿y qué me harán?

Brad me lo susurró al oído.

-¡Ah, no, de eso nada! ¡No no nono no no! ¡Jamás!

-Katherine….

-¿Estáis majaras?

-Katherine, será lo mejor.

-¿Lo mejor?

-¿Es que prefieres que ellos te atrapen? Sabes mejor que yo lo que te pasará si te pillan.

-Sabré defenderme. Eso si que lo sabes mejor que yo.

-No podrás, estás a punto de coger la varicela draconiana. Seguro que podrán contigo estos dos.

Entonces Julian y Dick regresaron. Juraría que Dick escondía algo a su espalda.

-Chicos, ¿es cierto lo que me ha dicho este maldito chupasangres?

Me miraron fijamente, y , mientras se acercaban a mí lentamente. Mientras tanto volvieron a llamar a la puerta y el estúpido de aquel chupasangre abrió la puerta. Era mi tío. ¡Por un momento esperé que me ayudara!

Craso error, ni en sueños. Pero, ¿Cómo demonios iba a esperarlo? ¡A lo mejor él también tomaba parte en aquello!

Creo que a partir de aquel momento ya sabía lo que se me avecinaba. Intenté aprovechar para escaparme pero el vampiro me agarró y me colocó en la cama antes de que pudiese darme cuenta.

Me incorporé casi con la misma velocidad pero Julian y Dick se abalanzaron sobre mí y me agarraron contra la cama a fuerza de hierro. Empecé a forcejear de tal forma que mi tío tuvo que correr a ayudarlos y aún así les costaba una barbaridad mantenerme agarrada a la cama. No paraba de gritarles toda clase de insultos y palabrotas pero ello no me hacían caso, solo trataban de convencerme de que aquello era por mi bien.

-¡Locos, estúpidos pervertidos, cerdos!¡Muggles pervertidos!¡Estáis enfermos!

Entonces su actitud se tornó dura y los tres me agarraron con mucha más fuerza, con tanta que empezó a doler.

-Más te vale que no te muevas, so desgraciada-dijo Julian mordazmente.

-Ya va siendo hora de que pagues por lo que has hecho.

-Y se nos ha ocurrido que ésta es la mejor forma.

-¿Por qué?¿Yo qué os he…?-pero no me dejaron hablar-Dick me tapó la boca y no pude moverme. ?

-Escucha, so puta, sabemos que la culpa de todo es tuya y no vas a salir inmune.

-Has llegado demasiado lejos y tienes que pagar.

-¡Estáis locos! ¡Yo me voy!

Pero por mucho que forcejeé, no logré zafarme de ellos. Entonces se escuchó fuera un ruido de motores y los cuatro de quedaron helados y pusieron cara de miedo. Brad dijo.

-Me voy. Tendréis que apañároslas solos, no me siento capaz de ver esto.

-Eso cobarde, vete.

-Katherine, ¿te quieres callar?-me espetó mi tío.

-No, no quiero.

-Katherine, sé sensata.

-Mira quién fue a hablar, el dios de la decencia. ¡Los dioses de la decencia!

-Yo en tu lugar abandonaría por un rato ese descaro, dada tu situación, te podría meter en problemas.

-Como si yo os tuviera miedo.

-No deberías haber dicho eso.

Me daba la nariz de que mi tío tendría razón y que lo corroboraría por la mañana.

-Dejadme ir. -Dije.

-Katherine, por lo más sagrado, no te muevas.

-Tú estás loco. La culpa no es mía. Deberíais aceptar la verdad y dejad d creeros la tonterías que dicen. ¡Porque no pienso pagar lo que otros han hecho!¡ Y lo que yo hice era justicia! ¡Cerdos!- empezaba a tener miedo, mucho miedo y deseaba desesperadamente salir de allí. Forcejeé y entonces se escuchó que abrían la puerta, y Julian dijo con urgencia.

-Por favor no te muevas que esto es grave.

-Sí-por tu bien, no te muevas.

-Por favor-sollocé-dejadme en paz.

Julian y Dick miraron desesperados a su padre, pero el idiota de mi tío dijo con una voz firmeza.

-Tenéis que hacerlo. Esto es mejor que lo otro.

-Pero…

-¿Acaso queréis que la atrapen a ella también?

Julian y Dick no respondieron, y Dick me susurró al oído:

Aproveché su distracción para intentar escapar y de hecho me pude zafar de ellos y levantarme de la cama, e incluso logré abalanzarme sobre la puerta y abrirla pero no sé por qué Julian fue más rápido y me agarró por el brazo, metiéndome de nuevo en la habitación y cerrando la puerta con llave de inmediato en una espectacular maniobra. Comencé a sentir náuseas pero de forma leve. Me acercó a él y me dijo en un tono desesperado pero firme:

-Más te vale que hagas lo que te decimos porque vas a acabar muy pero que muy mal, prima. Puede que no lo entiendas ahora pero luego nos lo agradecerás. Por favor, haznos caso, lo que te espera abajo es peor, no sabes cuánto. Por lo que más quieras, no nos pongas esto más difícil de lo que ya es.

No podía permitirlo, no podía. Aquello era una locura, y, aunque fuera cierto, dudaba que aquello que pretendía hacerme no fuera peor que lo que harían ellos vengarse de mí. Ya sabía que estaba incubando la varicela draconiana, y aquella enfermedad, aunque en el mundo mágico siempre se curaba, era una enfermedad muy molesta y muy sufrida y encima tenías que esperar dos semanas para que te pudiesen aplicar el tratamiento. Al desgraciad@ que la pillaba quedaba débil de fuerzas mágicas durante todo ese tiempo. Pensé en eso y…como ya habréis adivinado, me di cuenta de por qué me habían dominado con tanta facilidad y de que pronto sucumbiría a ellos, porque tenía muy claro que…aunque nunca lo creería, si fuera verdad ellos tendrían razón, aquel sería un mal menor.

Y yo misma era la que mejor lo sabía. Y mi tío también lo sabía, y estaba segura de que sabía que yo lo sabía, y de que sabía que no tendría más remedio que sucumbir aquella noche.

Pero era víctima de un miedo atroz y no podía permitirlo. Seguí luchando, pero Julian me arrastró de vuelta a la cama, mientras Dick y mi tío me volvían a agarrar. Nuestras voces se debían oír desde fuera en un tono bastante furioso, y es que discutíamos bastante violentamente.

Hasta que escuchamos el sonido de un motor y el de un coche aparcar. Ellos se quedaron callados, helados. Yo seguía forcejeando. Y cuando escucharon la puerta de casa abrirse Julian perdió la paciencia y los nervios y me pegó un bofetón tremendo, tal fue que tuve que aferrarme a él para no caer a la cama tan limpiamente como una barra de metal. Dolió, dolió muchísimo y, aunque le eché a mi primo la mirada más cargada de rencor que mis ojos podían echar, me tumbé en la cama suavemente, sometida ya. En aquel momento sólo sentía odio, pero el miedo lo superaba.

-Bueno, me voy-dijo mi tío.

Y mientras salía Julian se inclinó sobre mí y me susurró al oído:

-Lo siento. Procuraremos hacerte el menor daño posible.

A partir de aquí la noche se torna extraña, aquello da comienzo a la experiencia más… ¿prohibida quizá? Al principio fue algo horrible, espantoso y con mucho dolor pero luego… dejó de ser una violación, se tornó algo distinto, excitante, de vértigo y peligroso, y prohibido, como si estuvieras frente a un abismo o cometiendo el nuevo pecado capital. Y me daba la sensación de que esto sólo me pasaría con ellos, sólo ellos nada más.

Y esto fue lo que pasó exactamente aquella noche.

Dick puso sus labios en mi cuello y le dio un leve mordisquito, luego, comenzó a quitarme el jersey mientras Julian comenzaba a besarme en la boca, con ardor y furia. Se escuchó abajo a varias personas hablando, unas voces débiles y otras voces furiosas, pero ellos no le hicieron ni caso.

-Apártate un momento, Julian, que así no puedo quitarle…

Julian se echó a un lado mientras Dick terminaba de quitarme el jersey y entonces fue él el que comenzó a besarme mientras Julian, suspirando, me quitaba la falda rápidamente y la tiraba como si fuese la peladura de una pipa.

Gemí asustada pero ya no hice nada para defenderme. Era imposible. Así que agarré una mano a la almohada y otra al aire, temiendo tener que usarla para las cosas más desagradables del aquel acto. Pero no fue así, y eso que a fue bastante mala aquella noche.

Me quitaron toda la ropa, que acabó tirada de cualquier manera en el suelo. ¡Aquello era una violación a toda regla!

Después, para mi terror, se empezaron a quitar la ropa ellos, primero los jerséis, dejando al descubierto unos torsos perfectamente bien musculosos y desarrollados y luego se quitaron los pantalones y luego…no me atreví a mirar, cerré los ojos y esperé.

Entonces me levantaron y quedé entre los dos. Dick me metía cuello y Julian me besó con lengua, de una forma salvaje y ardiente. Mientras colocaba sus manos en mis mejillas. Yo respiraba con agitación, muerta de miedo pero sintiéndome a salvo sin saber por qué. Aún así no sentía ningún placer físico, aparte de que me sentía cada vez más débil, por culpa de aquella estúpida varicela draconiana que estaba incubando.

Aquella estúpida enfermedad que me había dejado indefensa precisamente aquella noche.

A cada minuto que pasaba los dos chicos iban intensificando el ritmo de sus besos. Luego Julian se apartó un poco, mientras Dick cogía mi cara con una mano y ahora era él quien me besaba, mientras Julian me desnudaba del todo, y me daba un beso de vampiro, metiendo la mano en…abriendo los labios, y buscando el clítoris. Se veía que le gustaba el tacto, porque no dejaba de manosearlo con cierto cuidado.

Gemí otra vez, sintiendo calor mientras Dick me metía la lengua, jugueteando dentro, buscando la mía y obligándome a responder, entremezclando mi lengua con la suya. Iban con fiereza y a la vez con cuidado, y aquello me sorprendía…

Y pude ver una extraña angustia en los ojos de ambos, además de la enorme excitación que estaban cogiendo los dos, se le notaba, y también se les notaba en sus palos, pues notaba por atrás el de Julian y sabía por intuición que Dick estaría igual. No abrí los ojos,no quise ver aquello porque estaba segura que me asustaría ,casi más que lo que pasó después. O los que entraron después.

Al principio no los vi, sólo escuché abrirse la puerta. Aquello me dio miedo y esperanza al mismo tiempo, dependiendo por supuesto de si era alguien que me ayudaría o al contrario.

Y por supuesto era al contrario.

-Mira a quien tenemos aquí-dijo una voz masculina.

Era Fidenwald. Pero ni Julian ni Dick me dejaron asegurarme ya que se colocaron delante de mí, acercándome más a ellos y manteniéndome más ocupada aún con las cosas que me hacían.

Pero se volvieron más fieros en la cama. Julian me manoseó con más fuerza e insistencia y Dick me besó con una fiereza leonina. Empezó a doler, y estaba muerta de miedo...

-Mmmm no me puedo creer la lección que le estáis dando a Katherine…lo que se merece.

Julian quiso decir algo, pero prefirió callárselo, tenso, se ocupó en manosearme de tal forma que comencé a gemir.

 Dick me mordió el cuello y lo lamió un poquito, como si quisiese curar algo, aunque luego estuvo dándome besos de aquí para allá, concienzudamente. Julián seguía besándome en la boca, metiéndome la lengua sin quitarme la mano de la mejilla herida.
 Entonces, aunque no logré atisbas a Fidenwald, sí que logré atisbar a aquel maldito chupasangres que me miraba lleno de culpabilidad. Le fulminé con la miraba y él lo sabía, de eso estaba segura.
 Ante mi mirada de odio se encogió de miedo y de tristeza. Si las miradas matasen...
-Creo que debería irme. Vosotros...seguid con lo vuestro.
 Por Alá, aquella voz, la de Fidenwald  hacía que me hirviese la sangre, que se disparara en mí un instinto asesino... me moría de ganas de hacerlo puré.
 Aunque sentía más ganas de hacer eso con mis primos...¿pero qué digo? ¡Violadores, con mis  dos violadores! Y con Brad, y con mi tío, sobre todo con mi tío, que era el peor, de la peor calaña oculta en una  fachada de bondad y decencia.
 Estúpida varicela draconiana, ¡estúpida, estúpida, estúpida!
(¿Sabes que? Se me acaba de ocurrir...a mí tío lo convertiría en una rana y lo dejaría a merced de las ranas, o mejor, de Samantha)
 Logré alzarme hacia delante y logré verlo antes de que Julian y Dick me volviesen a echar atrás bruscamente.
 Al menos él se fue. ¡Pero siempre es mejor cerciorarse!
 Ya verán, a partir de aquí comienza lo peor, la humillación, la pesadilla...
 Ahora Dick se alejó, y entonces Julian me tumbó del todo en la cama, se colocó de rodillas frente a mí y me abrió las piernas...
 Ipso facto supe lo que se disponía a hacery me entró tal pánico que comencé a gimotear. Me levanté, colocando una mano en su pecho en un inútil intento de franquear aquel muro inquebrantable.
 Cogió aquella mano y la apretó con fuerza en la almohada, al lado de mi cabeza.La otra me la cogió Dick y me la apretó con calidez  y firmeza, preparándome para lo que me esperaba.
-No, no, por favor...¡no lo hagáis! Os lo suplico..... por favor por favor....
 Intente resistirme otra vez pero estaba algo cansada por la paliza anterior, además ellos eran mucho más fuertes que yo.
-Lo siento.
 Encima el muy idiota va y alarga el momento, notaba el calor y la dureza de aquello entre las piernas y alargaba el momento, como un buen novelista  que nos deja con la intriga
 Entonces me lo clavó.
 Pegué un grito horroroso, lleno de sorpresa. No me lo podía creer... aquello dolía sobremanera, era casi imposible de aguantar.
 Sentí que en las piernas me chorreaba un auténtico mar de  sangre.
 Forcejeé,chillé con todas mis fuerzas e hice de todo,con lo que el dolor sólo empeoró. Julian me la siguió metiendo una y otra vez,con fuerza y con ganas. Apreté la mano de Dick tan fuerte que logré arrancarle un grito de dolor.Con la otra mano me tapó la boca,para no oír mis gritos.
 "¡POR FAVOR, QUÉ PAREN YA!" Lo juro, en serio, no exagero, aquello era peor que una tortura, una humillación total, tan doloroso que deseé caer inconsciente, para no sentir más.
-Venga, a ver qué te parece.
-¿Quieres más?Pues te daremos más.
 Me fueron susurrando esta y otras cosas, que tenían una obscenidad brutal. Más de lo que nunca jamás había podido imaginar. Dick me iba besando el cuello, los hombros y Julian me besaba a veces en la boca. y otra en los pechos, mientras mantenía las manos apresadas en mis caderas doloridas.  Cerré los ojos y traté de evadirme de allí, pensar en otra cosa, pero era imposible. Era imposible cuaando esos dos no paraban de tocarme, una y otra vez, sin parar ni un solo instante. El dolor, además, se convertía a veces en un extraño ardor que se confundía con el odio...era extraño, pero no tenía ninguna otra forma de describirlo. Ardor y odio, emociones que van juntas, tanto de primera como de segunda mano. Un odio físico y espiritual fue lo que sentí durante toda aquella noche, aparte del miedo...
  Pasó un buen rato hasta que Julian se corrió dentro de mí, fue en